martes, 4 de marzo de 2008

El amor de mi vida


Siempre pensé en qué estúpido suena cuando las personas dicen esta frase. Me parece estúpida porque la única forma de saber cuál fue “el amor de la vida” de alguien, esta persona debe haber muerto antes o estar en su lecho de muerte. Verás, cuando una persona desesperadamente enamorada habla de su “media naranja”(tampoco soy fanática de esta expresión, pero la dejaré para otro día) y le otorga el calificativo “el amor de mi vida”, no lo puede decir con seguridad. Esta persona enamorada no sabe si ese amor durará lo suficiente como para poder saber si en verdad era amor o era solo una ilusión, tampoco sabe si luego encontrará un amor más intenso que el que está describiendo en ese momento. ¿Más intenso o más feliz? ¿o más largo? ¿o más doloroso?,...


¿Qué es “el amor de mi vida”? ¿Qué características debe tener ese amor para hacernos creer que es el más importante? Solo se puede saber que un amor es el más importante cuando es el único que se experimenta. Por ejemplo, cuando una persona se enamora una vez en su vida y nunca más. Pero nuevamente pregunto, ¿cómo se puede saber que ese no terminará y se amará a alguien más? La única forma de estar segur@ de que no surgirá un nuevo amor es si el enamorado en cuestión, o la pareja, para obtener mejores resultados, viviera completamente aislada del mundo. Pero aun así pueden aparecer amores, como el amor imaginario, que no es menos amor que el amor físico; pues el amor no es más que un sentimiento, y ¿quién dice que no se puede sentir algo por un ser que vive solo en la imaginación?


Hay muchos amores. El primer amor, la primera vez, el más largo, el más corto, el más divertido, el más peligroso, el mayor, el escondido, el más conflictivo, el más triste, el que dolió más,... Entonces ¿por qué quitarle importancia a casi todos y darle más valor a uno solo? Todos son importantes y todos son diferentes. Y si alguna vez me refiero a alguno de mis amores como “el amor de mi vida”, lo haré cuando esté a punto de morir, lo prometo. Y si no cumplo con esta promesa, siéntete libre de recordarme lo que escribí en este día.